La cooperación Sur-Sur y triangular está comenzando a mostrar su potencial, pero aún hay mucho por hacer para maximizar su alcance. La diplomacia climática, por lo tanto, debe seguir evolucionando, involucrando no solo a gobiernos, sino también al sector privado, a las comunidades y a los ciudadanos en general. Solo mediante un esfuerzo global colectivo, donde todos los actores trabajen con un mismo objetivo, podremos avanzar hacia un futuro más sostenible y justo para todos.
karla flores