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9 April, 2025

¿La energía limpia tiene un lado oscuro? El dilema mineral de la transición energética

La transición energética hacia fuentes limpias y sostenibles es indispensable para enfrentar el cambio climático. Sin embargo, esta transformación depende del acceso a minerales críticos e imprescindibles como el litio, cobalto, níquel, cobre y tierras raras, esenciales para la fabricación de baterías, turbinas eólicas y paneles solares, pero se presenta un problema, la extracción de estos recursos conlleva serios desafíos ambientales y sociales que, si no se gestionan adecuadamente, podrían comprometer la sostenibilidad de la propia transición.

En términos ambientales, la minería de estos recursos puede tener consecuencias devastadoras. Por ejemplo, la extracción de litio requiere enormes cantidades de agua, lo que está afectando gravemente ecosistemas frágiles como el Salar de Atacama en Chile, en el caso del cobalto, gran parte proviene de la República Democrática del Congo, donde se han documentado altos niveles de deforestación, contaminación del suelo y del agua, así como pérdida de biodiversidad. Por su parte, el procesamiento de tierras raras genera residuos tóxicos y radiactivos que representan un riesgo para la salud y el medio ambiente. De hecho, según el Green European Journal, estas actividades dejan una huella ambiental significativa que contradice los principios de una “energía limpia”.

 

Del mismo modo, también se presentan impactos sociales muy relevantes ya que, en muchas regiones, la minería se lleva a cabo en condiciones laborales precarias. Un caso representativo es el de las mujeres que trabajan en minas artesanales en el Congo, quienes lo hacen sin formación, expuestas a violencia y sin acceso a ingresos dignos, según reportes de El País. Además, la expansión de proyectos extractivos en territorios indígenas o comunidades rurales ha generado conflictos sociales por el acceso a tierras, agua y recursos naturales, lo que pone en riesgo la cohesión y el bienestar de estas poblaciones.

Frente a estos desafíos, diversas soluciones tecnológicas y estratégicas están emergiendo, una de ellas es la integración de energías renovables en las propias operaciones mineras, lo cual permite reducir las emisiones y el uso de combustibles fósiles. Del mismo modo, destacan la biolixiviación, la cual es un proceso que utiliza microorganismos para extraer metales de forma más limpia, reduciendo el uso de químicos peligrosos. Además, el reciclaje de minerales críticos —conocido como minería urbana— se perfila como una solución clave: de acuerdo con INSPENET, esta práctica podría reducir en hasta un 40% la necesidad de extracción primaria hacia 2050.

Por otro lado, en cuanto a casos reales, la Unión Europea ha seleccionado recientemente siete proyectos en España que buscan desarrollar una cadena de valor local de minerales estratégicos, con altos estándares ambientales y sociales. En Latinoamérica también se presentan casos, particularmente en Chile, en donde se están incorporando tecnologías como inteligencia artificial, monitoreo remoto y plantas desaladoras para mejorar la eficiencia operativa de las minas y minimizar su impacto ambiental.

En conclusión, si bien podríamos decir que la minería de minerales críticos es inevitable en el contexto de la transición energética, esta debe ir acompañada de una profunda transformación de los modelos extractivos. La combinación de innovación tecnológica, regulación ambiental estricta, transparencia en las cadenas de suministro y respeto a los derechos humanos será determinante para garantizar que la descarbonización del planeta no se construya a costa de la justicia ambiental y social. Solo así será posible alcanzar una transición energética verdaderamente sostenible.

Tag:
karla flores

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