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3 July, 2025

Transición energética en México ¿Qué retos y oportunidades se presentan para el sector industrial?

Actualmente estamos atravesando un momento decisivo en el camino hacia la transición energética, porque tenemos una necesidad de reducir la dependencia a los combustibles fósiles y acelerar la adopción de energías limpias urgentemente, no solo para cumplir con los compromisos climáticos internacionales, sino también para asegurar la competitividad de nuestro sector productivo. En este contexto, la industria (responsable de cerca del 30 % del consumo energético nacional) juega un rol estratégico muy importante, sin embargo, este proceso no está exento de desafíos.

Uno de los principales retos es la alta inversión inicial que requiere la adopción de tecnologías limpias, aunque a largo plazo representan ahorros considerables, muchas empresas, especialmente pequeñas y medianas, enfrentan barreras económicas para acceder a paneles solares, turbinas eólicas, sistemas de almacenamiento o microrredes. A esto se suma la falta de infraestructura eléctrica adecuada, la red nacional aún no está completamente preparada para integrar grandes volúmenes de energía renovable, y es necesaria su modernización, junto con el desarrollo de sistemas de almacenamiento como las baterías (BESS), para garantizar una operación segura y estable.

El marco regulatorio representa otro obstáculo, ya que, aunque existen regulaciones como la Ley de la Industria Eléctrica, los procesos burocráticos suelen ser lentos y poco claros, lo que desalienta la inversión. Además, persiste cierta resistencia institucional, que prioriza modelos energéticos centralizados y basados en combustibles fósiles, esta transición también implica un cambio cultural y la necesidad de capacitar talento especializado en eficiencia energética, tecnologías renovables y criterios ESG.

A pesar de los retos que implica la transición energética, las oportunidades para la industria mexicana son cada vez más amplias y accesibles, migrar hacia un modelo energético sustentable esta representando una ventaja competitiva tangible. Por ejemplo, empresas como Bimbo y Cemex han apostado por la generación de energía renovable dentro de sus propias operaciones, logrando no solo una importante reducción de costos en el mediano y largo plazo, sino también una mejora en su reputación ante clientes, socios e inversionistas.

Estas estrategias de sustentabilidad no solo atienden la responsabilidad ambiental, sino que también abren la puerta a nuevos mercados e instrumentos de financiamiento. En muchos casos, el cumplimiento de criterios ESG se han vuelto un requisito para acceder a fondos de inversión o para firmar contratos con grandes cadenas de valor globales, especialmente en sectores como el automotriz o el electrónico.

Además, el fenómeno del nearshoring representa una ventana única para que México se posicione como un hub industrial limpio. Ya se están viendo ejemplos en estados como Nuevo León y Guanajuato, donde nuevos parques industriales están integrando desde el diseño sistemas fotovoltaicos, eficiencia energética y hasta planes de circularidad, tal es el caso del parque industrial Interpuerto Monterrey, que ha empezado a incorporar infraestructura para la autogeneración y eficiencia hídrica como parte de su valor agregado.

Esta transformación no solo reduce la exposición a la volatilidad de los precios energéticos y a los riesgos regulatorios, sino que también construye resiliencia y sostenibilidad a largo plazo en los modelos de negocio industriales, no podemos olvidar que estamos en un mundo donde cada vez más empresas buscan cadenas de suministro limpias, resilientes y trazables, México tiene la oportunidad de ofrecer no solo mano de obra y cercanía geográfica, sino también energía limpia y compromiso ambiental.

Además, la presencia de zonas estratégicas como el Istmo de Tehuantepec y el norte del país que cuentan con recursos naturales y condiciones ideales para proyectos solares, eólicos e incluso de cogeneración, pueden detonar el desarrollo de cadenas energéticas regionales, generar empleo y dinamizar economías locales. Por otro lado, el almacenamiento con baterías podría permitir a las industrias estabilizar sus operaciones, reducir costos y aumentar la confiabilidad energética, lo que se traduce en mayor resiliencia frente a interrupciones en la red.

Frente a este panorama, será clave que la industria mexicana en ayuda con el gobierno nacional adopte una estrategia integral, en donde se priorice invertir en infraestructura energética propia, generar alianzas público-privadas, participar activamente en la discusión regulatoria, capacitar talento interno y alinearse a estándares internacionales. La transición energética no es solo un reto técnico o financiero, es una oportunidad transformadora que, bien aprovechada, puede posicionar a México como líder regional en sostenibilidad industrial.

karla flores

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