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21 mayo, 2025

¿La “CCS” es la clave climática o solo una cortina de humo? Analizando la captura de carbono dentro de la transición energética

La Captura y Almacenamiento de Carbono (CCS) es una tecnología que busca capturar las emisiones de dióxido de carbono de fuentes industriales o directamente del aire, con la finalidad de transportarlo y almacenarlo de forma segura, generalmente en formaciones geológicas subterráneas. Sin embargo, se debate intensamente si este método es una herramienta indispensable para alcanzar los objetivos climáticos, como limitar el calentamiento global a 1.5°C, o si representa una cortina de humo que permite la continuación del uso de combustibles fósiles. Sus defensores por una parte la ven esencial para descarbonizar sectores difíciles de abatir y lograr emisiones netas negativas a través de variantes como la Captura, Utilización y Almacenamiento de Carbono (CCUS), la Bioenergía con CCS (BECCS) y la Captura Directa del Aire (DAC).

A pesar de su potencial teórico y su inclusión en muchos modelos climáticos, el despliegue global de la CCS es actualmente limitado y enfrenta obstáculos significativos. Los costos económicos por una parte son muy elevados, la penalización energética reduce la eficiencia de las plantas, y además existen riesgos asociados al almacenamiento geológico a largo plazo, como posibles fugas y sismicidad inducida. Además, la necesidad de construir una vasta infraestructura de transporte y almacenamiento plantea desafíos logísticos y de aceptación pública que en actualmente se ve muy lejano.

A pesar de que realmente no es una “solución” sino un aplazamiento a la transición energética aún se apoya como medida temporal por muchas organizaciones y personajes importantes, según el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), Informe Especial sobre 1.5°C, menciona que:

“La captura y el almacenamiento de carbono son tecnologías cruciales en muchos escenarios del IPCC que limitan el calentamiento a 1.5°C. Requieren una ampliación urgente para cumplir con los objetivos climáticos.”

Una preocupación central dentro de la implementación de esta herramienta es la conexión histórica y actual de la CCS con la Recuperación Mejorada de Petróleo (EOR), donde el CO2 capturado se utiliza para extraer más petróleo, lo que contradice el objetivo de reducir la dependencia de los combustibles fósiles. Los críticos argumentan que el enfoque en la CCS puede desviar inversiones y atención de soluciones más efectivas y rentables, como las energías renovables y la eficiencia energética, creando una dependencia continua de la infraestructura de combustibles fósiles (“lock-in”). También existen preocupaciones sobre la justicia ambiental y la sostenibilidad, especialmente en el caso de la BECCS a gran escala.

En conclusión, podemos decir que, si bien la CCS podría tener un papel específico y limitado en la mitigación climática, particularmente para emisiones industriales inevitables y la eliminación de CO2 atmosférico, no debe considerarse una solución primaria. Su despliegue futuro debe ser cuidadosamente evaluado, priorizando la seguridad, la sostenibilidad y evitando cualquier acción que retrase la transición urgente hacia fuentes de energía renovable y la mejora de la eficiencia energética, que son las piedras angulares de una estrategia climática efectiva.

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karla flores

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