Del mismo modo, también se presentan impactos sociales muy relevantes ya que, en muchas regiones, la minería se lleva a cabo en condiciones laborales precarias. Un caso representativo es el de las mujeres que trabajan en minas artesanales en el Congo, quienes lo hacen sin formación, expuestas a violencia y sin acceso a ingresos dignos, según reportes de El País. Además, la expansión de proyectos extractivos en territorios indígenas o comunidades rurales ha generado conflictos sociales por el acceso a tierras, agua y recursos naturales, lo que pone en riesgo la cohesión y el bienestar de estas poblaciones.
Frente a estos desafíos, diversas soluciones tecnológicas y estratégicas están emergiendo, una de ellas es la integración de energías renovables en las propias operaciones mineras, lo cual permite reducir las emisiones y el uso de combustibles fósiles. Del mismo modo, destacan la biolixiviación, la cual es un proceso que utiliza microorganismos para extraer metales de forma más limpia, reduciendo el uso de químicos peligrosos. Además, el reciclaje de minerales críticos —conocido como minería urbana— se perfila como una solución clave: de acuerdo con INSPENET, esta práctica podría reducir en hasta un 40% la necesidad de extracción primaria hacia 2050.
karla flores