En la lucha por alcanzar emisiones netas cero, la agricultura y la tecnología emergen como actores clave en la búsqueda de soluciones sostenibles. Según estudios recientes, aproximadamente un tercio de las emisiones globales de gases de efecto invernadero provienen de la agricultura y la producción de alimentos, lo que destaca la importancia crítica de estas industrias en los esfuerzos por abordar el cambio climático.
Las nuevas tecnologías agrícolas ofrecen un potencial significativo para reducir las emisiones de carbono y aumentar la sostenibilidad en el sector. Estudios muestran que la adopción de tecnologías como la agricultura de precisión, vehículos eléctricos y variedades mejoradas de cultivos podría conducir a una reducción del 71% en las emisiones de gases de efecto invernadero en la agricultura en los próximos 15 años. Además, estas prácticas tienen como objetivo construir reservas de carbono en el suelo, lo que podría llevar a emisiones netas negativas en el sector agrícola.
Por otro lado, la producción de proteínas microbianas, impulsada por paneles solares, está ganando terreno como una alternativa sostenible a los cultivos convencionales. Este enfoque podría generar hasta diez veces más proteínas por unidad de tierra que los cultivos tradicionales, al tiempo que reduce las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas con la conversión de tierras y el uso de fertilizantes sintéticos.
Además de las tecnologías innovadoras, existen soluciones tradicionales que pueden desempeñar un papel importante en la transición hacia una agricultura más sostenible. Estudios indican que Europa podría alimentar a una población proyectada de 600 millones para 2050 mediante la adopción de prácticas agrícolas orgánicas, reduciendo el consumo de productos animales y empleando rotaciones de cultivos.
En México, la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER) está dando pasos significativos hacia una gestión más eficiente del agua en la agricultura a través de la expansión de un sistema digital de monitoreo del uso de agua y fertilizantes. Este sistema, comenzó como un plan piloto en Michoacán, tiene como objetivo fomentar la producción sostenible de alimentos al mejorar la eficiencia en el uso del agua y garantizar el manejo adecuado de los fertilizantes a través del monitoreo y análisis de suelos.
Actualmente, el sistema opera en 30.000 hectáreas pertenecientes a 4.000 productores, y para el presente año se planea implementar en Sinaloa y otras entidades del país. este proyecto busca reducir la huella hídrica y promover prácticas más sostenibles en el sector agrícola mexicano.
La combinación de tecnología de vanguardia y enfoques tradicionales ofrece un camino prometedor hacia una agricultura más sostenible y con emisiones netas cero. Al aprovechar estas innovaciones y adoptar prácticas que respeten los límites planetarios, podemos cultivar un futuro más saludable y sostenible para las generaciones venideras.